“BAJADA”
Dedicado a Rodrigo Lara Serrano.
¡No me muerdas Mario!
Radomiro Spotorno.
Dos colores trazan el recorrido del autobús como las líneas que un tren fantasma está condenado a seguir. Misteriosa forma de escritura automática. Criptografía sistémica,
firmada por un representante legal de nombre tan mestizo como el mío.
( “R.Mutt, ingeniero sanitário. Un gesto monalicesco: “La soberbia de la diferencia” )
El diagrama impreso sobre autoadhesivo blanco brillante, tenía algo de bandera descompuesta, de mes de las alergias patrias.
El hacinamiento y el encierro enfrentan al imaginario a medidas extremas. Extremas ya que las vallas de la cercanía son demasiado altas… esto sumado a una deficiente carburación, una vencida suspensión y una caja de cambios asmática, nos remiten a la condición de atleta sin garrocha. Pero cuando la noche de los otros me cubre, una soga
( construida con los enseres de la memoria) cae desde el otro lado… el muro, frío y áspero, es trepado. El olfato arcaico: “es una tarde de domingo en el visor de una cámara de video J.V.C- con cable- extensión de una pesada unidad de grabación, que hacían, de mi hombro la medieval estampa de la tortura…”
“… es una tarde de domingo en el visor de una cámara de video…”
“… es una tarde de domingo en blanco y negro…”
“… gris… el contraste no permite hablar de los extremos…”
Mi tío, que alguna vez había estudiado actuación, se empeñaba en demostrarlo, por más que mis instrucciones eran las contrarias.
Exhaustos nos refugiamos en la escasa sombra más acá del gris medio.
- Yo me acuerdo que mientras filmábamos “Voto más Fusil”, Silvio, que estaba en la cámara, nos decía que lo ignoráramos… que él no estaba ahí… y putas que era difícil-
La escena consistía en una tortura- yo era uno de los tiras que golpeaba insistente y brutalmente al detenido que era la cámara…
- Tío, si bien las cosas no han cambiado del todo… el punto de vista es otro: la cámara no es “subjetiva”… estamos a media cuadra de distancia … y si no nos apuramos en la toma, pueden pasar dos cosas graves: se puede acabar la luz, y, los pacos nos pueden pedir el permiso para grabar en la vía pública, cerca del barrio cívico y justo el mes de la patria.
Su mirada fue a hundirse en mis ojos rebanando un insulto que muto en:
- Debe estar pesada esa huevá- ¡ Hagamosla corta!-
La cinta tenía problemas de “tracking”. A tiempo real, en esa velocidad en que convenimos: “pasan las cosas”, era ilegible. La “nieve” ( nunca he visto nevar horizontalmente ) saturaba las líneas, haciendo de las centrales, una banda blanca.
Los extremos dejaban ver esporádicamente los fantasmas de la secuencia.
El cambio de velocidad en la reproducción arregló en parte el problema. La zona indescifrable se desplazaba y daba paso a …
“…es una tarde de domingo…”
Diez años después, el registro tendría ubicación narrativa. La recuperación digital del material se realizaría fotograma por fotograma…
“Un afectado David Hemmings obtura su Cóntax 1. 1. 2.; inmediatamente corre ( como lo hacen algunos dibujos animados ) a refugiarse detrás de un escuálido árbol, incapaz de ocultarlo. La brisa mece las copas en un brindis de hojas, el sonido de una cascada inexistente baña la pacífica escena. Una coreografía tan vieja como el tiempo se desenvuelve al otro extremo del parque. La desigual pareja es el contrapunto necesario
para su próxima publicación; un libro de fotografías que ilustra, la violenta vida de un hospedaje para indigentes en los suburbios de Londres.
De pronto, Vanessa Redgrave lo interpela : que con qué derecho- ¿Para qué?-
¡Deme mis fotos, ahora!-y en un arrebato toma la cámara, el brazo de Hemmings, lo muerde…”
La voz me muerde.
La noche de los otros, el muro de los otros, deja oír ( no lo puede impedir ) esa voz gastada, ese pulso solar…
Me integre. Como pude traté de localizar el lamento, entre codazos y empujones encontré a la sirena. Su cuerpo era pura sombra. Me miró sin verme y comenzó la cantinela que lleva a algunos a despojarse de lo que a otros les falta. Cuando volvió de su recorrido, obligada por las líneas de un mal guión, estiró su mano y directo a los ojos sentenció: “una colaboración”. Le di las gracias junto con todo lo que tenía…
-Claro y por eso te viniste caminando desde el “Jumbo”.
- No importa “todavía la escucho”.
-¿“Hommer”, como el pintor?
-No, Honner con doble ene.
- Ya…- Nos encontramos en la “Casa Amarilla” y la compramos…
Si, el estudio portátil está listo… ¿Hablaste con el Iván?- ¡Que bien!-
Chau…
Otra vez mi vista en el diagrama bicolor de aquel trayecto ya trazado; otra vez el hacinamiento y el ronco malestar de la caja de cambios… nuevamente la voz y al final la mano estirada, y yo depositando un billete antes de que el encantamiento acabara:
-¿ Le gustaría grabar un disco?
-¿Lo dice en serio?
-¡Si claro!
-Perpleja-…Ahora estoy trabajando. Mañana nos encontramos en el paradero del “Jumbo” a las tres de la tarde y hablamos.
-¡Macanudo!-
-Bye, brother!- se despidió en un perfecto inglés y bajó.
Una semana después “
En la oscuridad total, por su fotofobia y por algo más cercano al respeto, declaró ser
cantante de clubes nocturnos en Londres y Holanda. Amante del whiskey y de la diosa blanca. Madre de una niña y esposa de un gringo que, cansado de sus adicciones y luego de su primer brote esquizofrénico, la abandonó…
Nunca supo qué pasó con su familia.
-Soy una muerta en vida-
Sí ésta es la escena descartada de la videografía.
¿ Qué hacemos cuando editamos ?
¿ Ajustamos el género?
-Omitimos todo aquello que atente con el ritmo de la obra, con el pulso de su atmósfera-
De “
a su amado Londres del cual guardaba: “ A good feeling”.
OzonoBlues se concretó en forma de disco compacto, compuesto de dos partes: un medley (“a capella”) de “
“… es una tarde de domingo, en el visor de una cámara de video; los actores, inexistentes, entran y salen de una escena que yo hago propia. En la hora de la siesta, en la canícula todo reverbera alcanzando el gris que todo unifica y consume.”
En mi recorrido perdí contacto con el “torturador” de “Voto más Fusil”. Lo único que ví de él, es una foto junto a mi prima… aunque “junto” es una palabra que no calza con esa mirada ausente, que se ubicaba más allá de la cámara y el camarógrafo. La mirada del final, que hoy se me confunde con el fotograma ese, que es pura “nieve”, el definitivo, ese que marca la garita de un paradero suprimido donde acaba el viaje.
Hugo Robles Lama
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